LA DEPRECIACION
Antes de comenzar a hablar sobre los temas que nos
ocupan, es importante presentar una definición a cerca del
concepto
principal.
La depreciación es un reconocimiento racional y
sistemático del costo de los
bienes,
distribuido durante su vida útil estimada, con el fin de
obtener los recursos
necesarios para la reposición de los bienes, de manera que
se conserve la capacidad operativa o productiva del ente
público. Su distribución debe hacerse empleando los
criterios de tiempo y productividad,
mediante uno de los siguientes métodos: línea
recta, suma de los dígitos de los años, saldos
decrecientes, número de unidades producidas o
número de horas de funcionamiento, o cualquier otro de
reconocido valor técnico, que debe revelarse en las notas
a los estados contables.
Con excepción de los terrenos, la mayoría
de los activos fijos
tienen una vida útil limitada ya sea por el desgaste
resultante del uso, el deterioro físico causado por
terremotos,
incendios y
otros siniestros, la pérdida de utilidad
comparativa respecto de nuevos equipos y procesos o el
agotamiento de su contenido. La disminución de su valor,
causada por los factores antes mencionados, se carga a un gasto
llamado depreciación.
La depreciación indica el monto del costo o gasto,
que corresponde a cada periodo fiscal. Se distribuye el costo
total del activo a lo largo de su vida útil al asignar una
parte del costo del activo a cada periodo fiscal.
El cómputo de la depreciación de un
período debe ser coherente con el criterio utilizado para
el bien depreciado, es decir, si este se incorpora al costo y
nunca es revaluado, la depreciación se calcula sobre el
costo original de adquisición, mientras que si existieron
revalúo, debe computarse sobre los valores
revaluados. Este cálculo
deberá realizarse cada vez que se incorpore un bien
ó mejora con el fin de establecer el nuevo importe a
depreciar.
Por otro lado, debe considerarse el valor residual final
ó valor recuperable que será el que tendrá
el bien cuando se discontinúe su empleo y se
calcula deduciendo del precio de
venta los
gastos
necesarios para su venta, incluyendo
los costos de
desinstalación y desmantelamiento, si estos fueran
necesarios.

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